Ecocidio. Posiblemente sea una palabra desconocida para ti, que estás leyendo esto. Pero más pronto que tarde entrará en tu vocabulario y en el de muchas otras personas. La Real Academia Española define escuetamente la palabra ecocidio como “la destrucción del medio ambiente, en especial de forma intencionada”. La palabra está formada por el elemento compositivo eco-, que significa “casa, morada o ámbito vital” y el sufijo -cidio, que significa “muerte, asesinato”. Con esta explicación nos damos cuenta que esta palabra muy pronto estará en boca de todos, ya que la contaminación de mares y océanos, la expulsión de gases contaminantes y la deforestación masiva llevan deteriorando nuestro planeta tanto tiempo que ya no sabemos cuando empezó.
Uno de los ecocidios más significativos en España de las últimas décadas es el del Mar Menor. Esta albufera de agua salada, la más grande del país, se encuentra en la región de Murcia. Aunque goza de numerosos espacios protegidos y es considerada por las Naciones Unidas como una Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, lleva más de tres décadas siendo contaminada ante la pasividad de los poderes del Estado. Con el objetivo de lucrarse económicamente a través del ocio, estas son algunas de las formas de contaminación:
El ensanche y la extracción de materia natural del fondo marino en el canal del Estacio en 1973 alteró drásticamente los índices de salinidad y la temperatura de las aguas. El arratre de sedimentos mineros produjo una pérdida de superficie y profundidad. La contaminación producida por nutrientes provenientes de la agricultura de regadío en el entorno de la laguna supuso la contaminación de sus aguas, transformándola en una “Sopa Verde”. La saturación urbanística en las costas conlleva el vertido de residuos en sus aguas. Todo esto ha provocado un cambio notorio de los ecosistemas, la reducción y desaparición de numerosas especies como la anguila, el langostino o el caballito de mar; y la aparición de especies invasoras como el cangrejo azul y la babosa bursatella.
Todos estos aspectos que acabamos de explicar provocaron, en octubre de 2019, una falta de oxígeno en la cubeta norte del Mar Menor. El resultado fue un cementerio marino en sus orillas, con miles de peces y crustáceos muertos.
Aún sabiendo todo esto, las autoridades nacionales y regionales no han movido un dedo para parar este ecocidio. Ecocidio, una palabra poco vista en nuestro vocabulario pero que, más pronto que tarde, acabará llegando a nosotros. Esperemos que, dentro de unas décadas, esta palabra caiga en desuso y desaparezca, pero sin llevarse consigo el Mar Menor.
La desaparición del Mar Menor es un paso más en la destrucción de nuestro planeta como medio natural.
Jorge Carrón Valles
Periodista y voluntario de Abracemos al Mar Menor
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